El reflujo faringo-laríngeo es el movimiento retrógrado de ácido y enzimas estomacales hacia la parte baja de la garganta. En su mayoría los pacientes no se percatan de este proceso y además, a diferencia de los pacientes con enfermedad por reflujo gastro-esofágico, sólo un 35% tienen sensación de ardor en la boca del estómago. Este contenido gástrico irrita la cubierta mucosa de esta zona produciendo laringitis, alteraciones de la voz, carraspeo, tos seca, dolor y sensación de cuerpo extraño en garganta. El tratamiento debe contar con medidas de prevención que se llevan a cabo durante la actividad diaria, modificaciones en la dieta y medicamentos bloqueadores de la producción de ácido estomacal.

1. Cambios en la Dieta:

– Evite comidas abundantes, siendo la última comida la menos abundante.
– Disminuya al máximo bebidas con cafeína tales como: café, té, gaseosas, cacao, y chocolate; igualmente el consumo de grasas, leche y sus derivados, jugos cítricos (naranja, limonada, lulo, maracuya, piña, etc.), mentas y condimentos.

2. Cambios hábitos diarios:

– Reduzca el consumo de alcohol y cigarrillo.
– Acuéstese por lo menos tres horas después de haber comido. Evite hacer siesta después del almuerzo. Se sugiere acostarse con el cuerpo apoyado sobre el costado izquierdo.
– Eleve la cabecera de la cama aproximadamente 15 centímetros (para esto se puede ayudar utilizando dos (2) ladrillos debajo de las patas delanteras o de la cabecera de la cama).
– Evite prendas que compriman el abdomen (cinturones, corsés, fajas).

3. Tratamiento médico:

– Este tratamiento médico requiere dosis elevadas de un medicamento por tiempo
prolongado. Los medicamentos más efectivos son los inhibidores de la bomba de protones que reducen la producción de ácido por parte del estómago. Se inicia idealmente con una dosis de mínimo dos tabletas al día divididas en dos tomas cada 12 horas por lo menos 30 minutos antes de las comidas. El periodo mínimo de tratamiento debe ser de tres (3) meses. Su dosificación se puede aumentar ó disminuir según la respuesta clínica tanto sintomática como según los hallazgos al examen físico. Los pacientes aprecian una mejoría de los síntomas en forma gradual, y puede tardar en aparecer varias semanas, lo cual varía entre paciente y paciente.
– Evaluación conjunta de los servicios de Gastroenterología y Otorrinolaringología.